Ante un directivo con carácter complejo, los empleados suelen adoptar actitudes poco eficaces que no dan resultado. Consejos de un experto en motivación.
Existen dos actitudes que el empleado suele adoptar antes jefes exigentes: la del "pobre de mí", en la que el trabajador se queja constantemente a todo el mundo pero no habla de los problemas con el jefe, y la de "sufrir en silencio", cuando nunca habla del problema y consigue que lo supere. ¿Cómo corregir estas conductas?
¿Quién no se ha encontrado alguna vez con un jefe exigente? Ante este tipo de situaciones, las personas suelen adoptar actitudes poco eficaces que no dan resultados y que terminan haciendo el problema más grande.
En un artículo publicado por Equipos & Talento, Mikah de Waart, experto en motivación profesional, expone cuatro maneras para mejorar la relación con los directivos:
1 - Hablar del problema de inmediato: si el empleado no hace nada cuando se origina un problema, éste puede llegar a hacerse más grande. Hay que abordar la situación lo antes posible y, para ello, intentar separar la conducta que disgusta de la persona. De este modo, el camino hacia la búsqueda de una solución será más eficaz.
2 - Concentrarse en la perspectiva del management: es recomendable analizar qué aporta la cuestión que el jefe está presentando al trabajador para encontrar un beneficio mutuo.
Para ello, hay que saber cómo tratar el tema para conocer los puntos coincidentes por ambas partes. Lo ideal es encontrar la manera más eficaz para conseguir los objetivos corporativos por ambas partes expresando qué es lo que se quiere conseguir y cuál es la mejor manera de llegar a ello.
3 - Vincular la crítica a otros temas que el director sí está haciendo bien: en muchas ocasiones se le da la importancia equivocada a hechos que deberían tener la consideración adecuada. Hay que intentar ser equitativo, no restar interés a los buenos gestos y ser objetivo en cuanto a los puntos de mejora.
4 - Proponer soluciones: ante un conflicto, hay que actuar. Lo correcto es proponer soluciones para que el jefe conozca claramente qué es lo que el empleado quiere conseguir.
Se trata de construir una solución con argumentos válidos, presentando el problema como una dificultad conjunta sin aludir a que la responsabilidad recae directamente a los de arriba.