Siempre que intentamos algo y fracasamos, acabamos haciendo alguna otra cosa. Por simple que parezca esta declaración, es el principio del accidente creativo, o sea la suerte de hallar cosas valiosas por casualidad. Los genios creativos no esperan los regalos de la suerte; lo que hacen es buscar activamente el descubrimiento accidental a través de una percepción o perspicacia creativa.
Podemos preguntarnos por qué hemos fracasado en lo que teníamos intención de hacer, y esto es lo que hay que hacer siendo razonable. Pero el accidente creativo provoca una pregunta diferente: ¿qué es lo que hemos hecho? Responder a esta pregunta de una forma nueva e inesperada es el activo creativo esencial.
Generalmente utilizamos indebidamente nuestra inteligencia para apoyar y racionalizar nuestras emociones y prejuicios respecto a una idea en particular. En lugar de ello, tenemos que utilizar nuestra inteligencia para explotar nuestro problema antes de aplicar nuestras emociones y prejuicios existentes.
Además, la inteligencia puede emplearse para cambiar profundamente la manera en que se percibe cualquier tema o idea por medio de una inspección prolongada, con lo que se favorece el proceso creativo. La mente, a través de la inspección prolongada de un tema, se aburre de él y explora maneras alternativas de percibirlo descomponiendo el todo en partes y buscando las más interesantes. En los primeros pasos de este proceso, los efectos de estos cambios permanecen por debajo del nivel de conciencia. Después de un tiempo, penetran en la conciencia como ideas y percepciones nuevas.
Se pueden descubrir innumerables ideas, a través de algunos recursos que funcionan como depósitos de materia prima para la creatividad casual; tales como, el potencial latente de un tema cualquiera, el reciclaje de problemas, imaginaciones, abstracciones e ideas absurdas.
A veces la casualidad es espectacular y casi dramática, y a veces llega como una pista débil. Cuanta más información y datos tenga, mayor será la probabilidad de descubrir y explotar el acontecimiento casual que puede conducir a una idea increíblemente adelantada.
Podemos preguntarnos por qué hemos fracasado en lo que teníamos intención de hacer, y esto es lo que hay que hacer siendo razonable. Pero el accidente creativo provoca una pregunta diferente: ¿qué es lo que hemos hecho? Responder a esta pregunta de una forma nueva e inesperada es el activo creativo esencial.
Generalmente utilizamos indebidamente nuestra inteligencia para apoyar y racionalizar nuestras emociones y prejuicios respecto a una idea en particular. En lugar de ello, tenemos que utilizar nuestra inteligencia para explotar nuestro problema antes de aplicar nuestras emociones y prejuicios existentes.
Además, la inteligencia puede emplearse para cambiar profundamente la manera en que se percibe cualquier tema o idea por medio de una inspección prolongada, con lo que se favorece el proceso creativo. La mente, a través de la inspección prolongada de un tema, se aburre de él y explora maneras alternativas de percibirlo descomponiendo el todo en partes y buscando las más interesantes. En los primeros pasos de este proceso, los efectos de estos cambios permanecen por debajo del nivel de conciencia. Después de un tiempo, penetran en la conciencia como ideas y percepciones nuevas.
Se pueden descubrir innumerables ideas, a través de algunos recursos que funcionan como depósitos de materia prima para la creatividad casual; tales como, el potencial latente de un tema cualquiera, el reciclaje de problemas, imaginaciones, abstracciones e ideas absurdas.
A veces la casualidad es espectacular y casi dramática, y a veces llega como una pista débil. Cuanta más información y datos tenga, mayor será la probabilidad de descubrir y explotar el acontecimiento casual que puede conducir a una idea increíblemente adelantada.
Tomado del libro "Genialidad Creativa" del publicista Manuel Infante.