…quiero compartir con ustedes esta historia…
“En un pequeño pueblo de pescadores, un turista le hizo un cumplido a uno de ellos, por la belleza y la calidad del pescado que le vendió. Le preguntó: ‘¿Cuánto tiempo le tomó pescarlo?’.
‘No mucho’, le respondió el pescador.
Entonces, le dijo el turista: ‘¿por qué no se quedó más tiempo para que pudiera pescar muchos más?’
El pescador le explicó que esa pequeña pesca le alcanzaba para cubrir sus necesidades y las de su familia.
El hombre le preguntó de nuevo: ‘¿Pero, qué hace durante el resto del tiempo que le queda libre?’
‘Me levanto más tarde, juego con mis hijos, tomo una siesta con mi esposa. Y en las tardes, voy al pueblo y me reúno con mis amigos, nos tomamos algo, conversamos, toco la guitarra y cantamos algunas canciones…’.
El turista le interrumpió para decirle: ‘Yo tengo una maestría de una universidad muy prestigiosa en negocios, y puedo ayudarle a ser más productivo’.
Usted debería comenzar a pasar más tiempo pescando cada día. Y así podría vender el excedente de la pesca para hacer más dinero. Con ese recurso podría comprarse un bote más grande’.
‘¿Y después qué?’, le preguntó el pescador.
‘Con el dinero extra que ganaría con un bote más grande, podría comprar un segundo bote y hasta un tercero, inclusive podría llegar a tener una flota pesquera. En lugar de venderle usted mismo el pescado a la gente que se acerca a la orilla, podría negociar directamente con una planta procesadora de pescado, o tal vez abrir su propia planta. Así, podría dejar ese pequeño lugar y moverse a una ciudad más grande. Y desde ahí, poder manejar una empresa multinacional’.
‘¿Cuánto tiempo cree que me tomaría hacer algo como eso?’, le preguntó el pescador.
‘Como veinte o veinticinco años,’, le respondió el hombre.
‘Y después de lograrlo que haría?’, le replicó el pesador.
‘¿Después de todo eso? Bueno mi amigo, ese es el momento en que todo se vuelve más interesante –le contestó el hombre mientras le sonreía. Cuando su negocio realmente se vuelva grande, puede comenzar a vender acciones y hacer millones’.
‘¿Millones?, ¿de verdad? ¿y después de eso?’ le preguntó el pescador.
‘Después de todo esto, estará en capacidad de retirarse, para vivir en un pequeño pueblo a la orilla del mar, levantarse tarde, jugar con sus hijos, pescar algunos peces, tomar de vez en cuando la siesta con su esposa, pasar algunas tardes con sus amigos, para disfrutar de su amistad’“.
La gran moraleja de esta historia es que, tal vez, deberíamos detenernos y reflexionar acerca del rumbo y la velocidad que le estamos dando a nuestra vida, porque quizás ya estemos en el lugar con el que tanto soñamos…
Maytte Sepúlveda. Comunicadora Social. @holamaytte
“En un pequeño pueblo de pescadores, un turista le hizo un cumplido a uno de ellos, por la belleza y la calidad del pescado que le vendió. Le preguntó: ‘¿Cuánto tiempo le tomó pescarlo?’.
‘No mucho’, le respondió el pescador.
Entonces, le dijo el turista: ‘¿por qué no se quedó más tiempo para que pudiera pescar muchos más?’
El pescador le explicó que esa pequeña pesca le alcanzaba para cubrir sus necesidades y las de su familia.
El hombre le preguntó de nuevo: ‘¿Pero, qué hace durante el resto del tiempo que le queda libre?’
‘Me levanto más tarde, juego con mis hijos, tomo una siesta con mi esposa. Y en las tardes, voy al pueblo y me reúno con mis amigos, nos tomamos algo, conversamos, toco la guitarra y cantamos algunas canciones…’.
El turista le interrumpió para decirle: ‘Yo tengo una maestría de una universidad muy prestigiosa en negocios, y puedo ayudarle a ser más productivo’.
Usted debería comenzar a pasar más tiempo pescando cada día. Y así podría vender el excedente de la pesca para hacer más dinero. Con ese recurso podría comprarse un bote más grande’.
‘¿Y después qué?’, le preguntó el pescador.
‘Con el dinero extra que ganaría con un bote más grande, podría comprar un segundo bote y hasta un tercero, inclusive podría llegar a tener una flota pesquera. En lugar de venderle usted mismo el pescado a la gente que se acerca a la orilla, podría negociar directamente con una planta procesadora de pescado, o tal vez abrir su propia planta. Así, podría dejar ese pequeño lugar y moverse a una ciudad más grande. Y desde ahí, poder manejar una empresa multinacional’.
‘¿Cuánto tiempo cree que me tomaría hacer algo como eso?’, le preguntó el pescador.
‘Como veinte o veinticinco años,’, le respondió el hombre.
‘Y después de lograrlo que haría?’, le replicó el pesador.
‘¿Después de todo eso? Bueno mi amigo, ese es el momento en que todo se vuelve más interesante –le contestó el hombre mientras le sonreía. Cuando su negocio realmente se vuelva grande, puede comenzar a vender acciones y hacer millones’.
‘¿Millones?, ¿de verdad? ¿y después de eso?’ le preguntó el pescador.
‘Después de todo esto, estará en capacidad de retirarse, para vivir en un pequeño pueblo a la orilla del mar, levantarse tarde, jugar con sus hijos, pescar algunos peces, tomar de vez en cuando la siesta con su esposa, pasar algunas tardes con sus amigos, para disfrutar de su amistad’“.
La gran moraleja de esta historia es que, tal vez, deberíamos detenernos y reflexionar acerca del rumbo y la velocidad que le estamos dando a nuestra vida, porque quizás ya estemos en el lugar con el que tanto soñamos…
Maytte Sepúlveda. Comunicadora Social. @holamaytte