Enfocarnos en ver sólo lo negativo y
en lo que nos falta, se vuelve en contra de nosotros.
Este
antiguo dicho de la sabiduría popular de alguna manera refleja el
comportamiento de la mayoría de las personas que dan por sentado algo que
poseen o experimentan y por tanto no valoran.
Creo
que esto está asociado a esa actitud generalizada de centrar nuestra atención
en lo negativo, en lo que falta o lo que no nos gusta. Por lo tanto, comúnmente
no estamos acostumbrados ni a mirar lo bueno ni a usar palabras de
reconocimiento. Tenemos personas o situaciones buenas en nuestra vida y no
apreciamos esas muchas bendiciones que nos rodean.
Lo
triste de cuando se cumple este dicho es que sólo en el momento en que perdemos
aquello que tal vez habíamos considerado que por siempre estaría allí, es
cuando lamentamos su pérdida. Así, cuando tenemos bien sea una relación,
trabajo o incluso un país; aunque necesite mejoras, si no lo valoramos, la
vida en su sabio transcurrir puede arrebatarnos aquello para enseñarnos a
apreciarlo.
Valorar lo que se tiene.
Nuestra
mente es como la lente manual de una cámara fotográfica, a la cual con
consciencia debemos ajustar para que mire lo bueno de la vida, las relaciones y
las experiencias. Puede ser que socialmente estemos acostumbrados a ver lo
negativo. Pero allí es donde debemos aprender a gerenciar nuestra
mente para entrenarnos a mirar lo bueno de todo lo que se tiene.
Cuando
tenemos una actitud agradecida ante la vida, las experiencias y las personas;
enriquecemos nuestra existencia. Esa misma actitud genera una dinámica que
atrae más situaciones para estar agradecidos y hay más para apreciar. Se vuelve
un círculo virtuoso de buena energía que hace sintonía con lo similar.
En
el caso de que algo no funcione, esto no significa para nada ser conformista.
Podemos ser exigentes y honestos a la hora de saber que merecemos algo mejor.
Sin embargo, la actitud con la que busquemos mejoras es partiendo de la
apreciación por lo que ya tenemos.
No esperes que la vida te arrebate algo por no valorarlo.
Quiero
darte un ejemplo con lo que ocurre en Venezuela, el país donde vivo. Desde mi
punto de vista creo que puede parecerse a otros muchos países. Desde que tengo
uso de razón (aunque se me caiga la cédula como decimos en esta Tierra de
Gracia, deben ser unos 35 años) he oído a mis hermanos quejarse del país, de
que la situación esta mal, que esto no sirve y así infinidad de cosas.
En
mi opinión ese era el pensamiento colectivo. Creo que una de las grandes
lecciones que estamos viviendo en este momento es aprender a apreciar lo que
teníamos. Ante tantos desafíos que vivimos ahora, vemos que aunque eran
necesarias ciertas mejoras, teníamos algo bueno. Incluso me ha llamado la
atención oír a algunas personas diciendo: "cómo es posible que la Dubai de
Latinoamérica esté como se encuentra ahora". La verdad es que nunca nos
vimos así en el pasado. Y sólo perdiendo todo lo que hemos perdido es que hemos
aprendido con dolor a apreciar algo que ya no está.
Lo
mismo ocurre con una relación amorosa. Si siempre estás pensando que tu pareja
no hace esto, que es desordenada, desatento o cualquier otro adjetivo negativo,
corres el riesgo de que el amor se apague ante la falta de reconocimiento.
Nuevamente, no quiero que se confunda con irse al otro extremo de aceptar malos
tratos o abusos. Pero en los casos donde hay buenas bases, aunque se requieran
mejoras, hay que apreciar lo que ya se ha construido.
Usa lo bueno que tiene cualquier relación o situación para implementar
mejoras.
En
mi caso, en el pasado (en mi otra vida, je, je) fui una persona muy crítica, siempre quejándome, pensando
que eso era lo que iba a mejorar a cualquier situación o relación.
Ahora,
y desde hace ya un buen tiempo, se que el mejor combustible es el amor. Mi vida
se ha transformado como consecuencia de haber aprendido a enfocarme en lo
bueno. El amor comienza por lo que observo, pues miro con ojos de amor.
Luego se reafirma con lo que expreso, pues procuro que siempre mis
palabras sean edificantes. Me he entrenado en mirar lo mejor en cada persona. A
partir de allí uso palabras honestas y amorosas para proponer cualquier cambio
que sea necesario.
El
resultado es que las personas responden positivamente a mi amor y la dinámica
es fluida. Además cuando hago propuestas de mejoras, las reciben y tienen mayor
disposición a cambiar.
Que
tu conscientemente elijas cambiar para aprender a valorar y ser más
agradecido(a), no será una tarea que logres en un día. Pero sin duda, cada paso
que des en esa dirección te llevará a una vida más plena y a unas relaciones
más armoniosas. Así que inténtalo, tu si puedes!
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