Cultivar es una palabra que me gusta mucho. Me hace pensar en sembrar, cuidar, esperar y recoger, todo el ciclo para hacer producir un alimento o ver una hermosa flor crecer. Quiero usar ese ejemplo para referirme a nuestra paz, pues muchos creen que sentirla es producto de circunstancias externas. En mi caso sé que puede sentirse paz incluso en medio del caos, enfrentando dificultades o una crisis. Claro, para lograr eso hay que hacer un trabajo que ¡vaya que da sus frutos!
La importancia de la mente.
Tu mundo de hoy es el resultado de tus pensamientos de ayer; con ellos creaste esta realidad y defines la forma cómo percibes a las personas y a las situaciones. Así ha sido desde el principio de tu vida. Muchas veces no tenemos consciencia de lo que estamos pensando. Repetimos la misma idea una y otra vez, sin saber que está allí. Con nuestros pensamientos creamos la forma cómo nos sentimos y como consecuencia emitimos una vibración y esta es el lenguaje con que le hablamos al universo. Este último entiende que tu nivel de vibración es lo que quieres seguir experimentando y te da más y más experiencias similares. A su vez, lo que vives reafirma tu pensamiento creando un círculo que puede ser vicioso.
Además la mayoría de tus pensamientos vienen de tu primera infancia cuando concluiste muchas cosas o tomaste como tuyas ideas de tu familia. Eso lo repites una y otra vez, aún cuando no seas consciente de ello.
Veamos un ejemplo: En un hogar violento con un padre abusador, una niña crece con miedo. Desconfía de los hombres porque en cualquier momento pueden ser agresivos. Supongamos que el pensamiento que asumió es: “No puedo confiar en los hombres”. Su emoción es de temor y así su vibración. A lo largo de su vida, atraerá hombres, no sólo parejas, sino jefes, amigos que le traicionen de distintas formas. Esta chica en su ignorancia, al experimentar la un nuevo engaño dirá: "ves que no se puede confiar en los hombres" sin saber, que su temor a la traición es la que atrae esos eventos. Porque ciertamente hay hombres que engañan, pero también hay hombres gentiles, honestos, amorosos, de todo tipo. Su vibración es la que hace que a su vida lleguen hombres que encajen con esa arraigada idea.
Cultivar buenos pensamientos.
La buena cosecha viene de cultivar buenas semillas. Si usamos esto como un símil y vemos tus pensamientos como las semillas ¿Qué recogerás en el futuro?
Podrías creer que los pensamientos simplemente están allí y a veces te dominan. Allí está tu gran oportunidad de mejora porque eres quien gerencia tu mente. Eres tú quien con consciencia y compromiso puedes elegir pensamientos de mejor calidad para así transformar tus experiencias y tu mundo.
Así que una gran tarea, si quieres vivir en un mundo de paz, es revisar los pensamientos que tienes y mejorarlos. Los pensamientos que más nos quitan la paz son los juicios: esta persona debió decir esto, aquella tendría que haber actuado así. Buscamos una y otra vez que la gente encaje en nuestra forma de vivir en lugar de aceptarlos como son.
Lo que vivimos en el colectivo también puede robarnos nuestra paz. Tenemos ideas de cómo deberían ser las cosas y nos peleamos con lo que no nos gusta. No creemos en que hay una Inteligencia Infinita que va moviendo los hilos de todo. Dudamos que hay un propósito mayor en algunas experiencias que no logramos entender. Todo eso nos roba nuestra tranquilidad.
Vivo en Venezuela, donde sentir paz puede ser un gran desafío. Aunque veo situaciones que me entristecen o me molestan, uso el poder de mi pensamiento, para imaginar el país que quiero. Sé que lo estoy creando con mis ideas y emociones. Confío en que esta gran lección que estamos viviendo nos está enseñando y haciendo crecer como individuos y ciudadanos. Sé que Dios está aquí incluso en medio de tantas dificultades. No puedo controlar el colectivo, pero si sé que puedo dominar mi respuesta hacia lo que ocurre. Así, mantengo mi paz y al mismo tiempo estoy haciendo mi aporte para ayudar a mi país.
Tu interior un mundo maravilloso al que puedes acceder.
Además de todo el territorio de la mente, del cual escribí suficiente, es necesario desarrollar otras prácticas que sean las que te permitan sentir esa paz que anhelas.
Una de ellas estar en contacto con tu interior. Conocerte es un proceso hermoso porque te permite descubrir toda tu riqueza interna. En determinados momentos te permite sentir tu conexión con Dios y como dice un conocido texto: sentir "la paz que sobrepasa todo entendimiento".
Para conectar con tu interior, hay que buscar espacios de silencio, lejos de la televisión, las noticias y las redes. Sirve de una manera maravillosa estar en la naturaleza, bien sea dando una caminata o viendo la puesta del sol. También ayuda oír música relajante y de una manera muy especial meditar.
Cuando vas cultivando esa paz de la que te hablo, es una sensación que se queda en ti. Luego, en momentos de crisis o caos, es posible regresar a ese lugar, recrear esa sensación y así encontrar calma y claridad para saber cómo actuar en medio de toda esa confusión.
Volviendo al símil de la siembra, cultivar tu paz no será de un día para otro, va a requerir compromiso, dedicación y disciplina de tu parte. Pero una vez que lo logras, te das cuenta que ha valido el esfuerzo.
Nota: Para este y otros temas de la misma autora, también puedes visitar www.carlaacebeydesanchez.com
La importancia de la mente.
Tu mundo de hoy es el resultado de tus pensamientos de ayer; con ellos creaste esta realidad y defines la forma cómo percibes a las personas y a las situaciones. Así ha sido desde el principio de tu vida. Muchas veces no tenemos consciencia de lo que estamos pensando. Repetimos la misma idea una y otra vez, sin saber que está allí. Con nuestros pensamientos creamos la forma cómo nos sentimos y como consecuencia emitimos una vibración y esta es el lenguaje con que le hablamos al universo. Este último entiende que tu nivel de vibración es lo que quieres seguir experimentando y te da más y más experiencias similares. A su vez, lo que vives reafirma tu pensamiento creando un círculo que puede ser vicioso.
Además la mayoría de tus pensamientos vienen de tu primera infancia cuando concluiste muchas cosas o tomaste como tuyas ideas de tu familia. Eso lo repites una y otra vez, aún cuando no seas consciente de ello.
Veamos un ejemplo: En un hogar violento con un padre abusador, una niña crece con miedo. Desconfía de los hombres porque en cualquier momento pueden ser agresivos. Supongamos que el pensamiento que asumió es: “No puedo confiar en los hombres”. Su emoción es de temor y así su vibración. A lo largo de su vida, atraerá hombres, no sólo parejas, sino jefes, amigos que le traicionen de distintas formas. Esta chica en su ignorancia, al experimentar la un nuevo engaño dirá: "ves que no se puede confiar en los hombres" sin saber, que su temor a la traición es la que atrae esos eventos. Porque ciertamente hay hombres que engañan, pero también hay hombres gentiles, honestos, amorosos, de todo tipo. Su vibración es la que hace que a su vida lleguen hombres que encajen con esa arraigada idea.
Cultivar buenos pensamientos.
La buena cosecha viene de cultivar buenas semillas. Si usamos esto como un símil y vemos tus pensamientos como las semillas ¿Qué recogerás en el futuro?
Podrías creer que los pensamientos simplemente están allí y a veces te dominan. Allí está tu gran oportunidad de mejora porque eres quien gerencia tu mente. Eres tú quien con consciencia y compromiso puedes elegir pensamientos de mejor calidad para así transformar tus experiencias y tu mundo.
Así que una gran tarea, si quieres vivir en un mundo de paz, es revisar los pensamientos que tienes y mejorarlos. Los pensamientos que más nos quitan la paz son los juicios: esta persona debió decir esto, aquella tendría que haber actuado así. Buscamos una y otra vez que la gente encaje en nuestra forma de vivir en lugar de aceptarlos como son.
Lo que vivimos en el colectivo también puede robarnos nuestra paz. Tenemos ideas de cómo deberían ser las cosas y nos peleamos con lo que no nos gusta. No creemos en que hay una Inteligencia Infinita que va moviendo los hilos de todo. Dudamos que hay un propósito mayor en algunas experiencias que no logramos entender. Todo eso nos roba nuestra tranquilidad.
Vivo en Venezuela, donde sentir paz puede ser un gran desafío. Aunque veo situaciones que me entristecen o me molestan, uso el poder de mi pensamiento, para imaginar el país que quiero. Sé que lo estoy creando con mis ideas y emociones. Confío en que esta gran lección que estamos viviendo nos está enseñando y haciendo crecer como individuos y ciudadanos. Sé que Dios está aquí incluso en medio de tantas dificultades. No puedo controlar el colectivo, pero si sé que puedo dominar mi respuesta hacia lo que ocurre. Así, mantengo mi paz y al mismo tiempo estoy haciendo mi aporte para ayudar a mi país.
Tu interior un mundo maravilloso al que puedes acceder.
Además de todo el territorio de la mente, del cual escribí suficiente, es necesario desarrollar otras prácticas que sean las que te permitan sentir esa paz que anhelas.
Una de ellas estar en contacto con tu interior. Conocerte es un proceso hermoso porque te permite descubrir toda tu riqueza interna. En determinados momentos te permite sentir tu conexión con Dios y como dice un conocido texto: sentir "la paz que sobrepasa todo entendimiento".
Para conectar con tu interior, hay que buscar espacios de silencio, lejos de la televisión, las noticias y las redes. Sirve de una manera maravillosa estar en la naturaleza, bien sea dando una caminata o viendo la puesta del sol. También ayuda oír música relajante y de una manera muy especial meditar.
Cuando vas cultivando esa paz de la que te hablo, es una sensación que se queda en ti. Luego, en momentos de crisis o caos, es posible regresar a ese lugar, recrear esa sensación y así encontrar calma y claridad para saber cómo actuar en medio de toda esa confusión.
Volviendo al símil de la siembra, cultivar tu paz no será de un día para otro, va a requerir compromiso, dedicación y disciplina de tu parte. Pero una vez que lo logras, te das cuenta que ha valido el esfuerzo.
Nota: Para este y otros temas de la misma autora, también puedes visitar www.carlaacebeydesanchez.com
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