miércoles, 15 de agosto de 2018

¿Te dominan tus emociones?

Si sientes que de alguna forma eres esclavo de tus emociones, este artículo es para ti. Aquí aprenderás sobre la conocida inteligencia emocional, con la cual puedes manejar las diversas experiencias de tu vida y salir airoso aunque estés expuesto a desafíos.

Un ejemplo que te puede ser familiar.
Llegas a casa luego de un largo día, quieres darte un baño, estar en paz y descansar. De la nada, surge una conversación con tu pareja y no están de acuerdo. Sientes mucha rabia, se dejan llevar por el calor de los argumentos y terminan en una gran discusión. Además del cansancio, le agregas la frustración y la tristeza porque se dijeron palabras hirientes, que incluso tal vez ni sentían. Hasta podrías tener dolor de cabeza.

Variedad de emociones.
Como seres humanos, tenemos la fortuna de sentir una gran gama de emociones. El amor, la alegría, la esperanza, la certeza, el entusiasmo, todas se sienten bien en el cuerpo, son aquellas conocidas como de alta vibración. Además están: el miedo, la rabia, la envidia, la tristeza, la nostalgia, que se sienten incómodas en el cuerpo y que tienen una vibración más baja.
Por otra parte, nuestra energía -que viene de las emociones- es la que convoca o atrae determinado tipo de personas y experiencias. Así, si estoy sintiendo tristeza o rabia mayoritariamente, energéticamente estaré llamando situaciones que me hagan experimentar la misma emoción aunque cambien actores o escenarios.
¿Qué hacer para salir de ese círculo vicioso? Hacerte cargo de lo que sientes. ¿Cómo? Desarrollando inteligencia emocional. Esto último, no significa que controles las emociones y las suprimas o las ignores. Cuando haces eso, puedes enfermarte, o puede salir todo lo guardado como un volcán en el momento menos adecuado y con la persona menos indicada. Tampoco significa que dejes que ellas te dominen y salgan a su antojo cuando lleguen a ti. Si sientes rabia, no tienes por qué actuarla, gritando o insultando a la persona que crees que te ha hecho sentir eso.

Tu emociones son tuyas.
Lo que sientes es tuyo. Puede ser que te han hecho creer desde hace mucho tiempo que otros son los que hacen que te sientas de determinada manera. Desde niños nuestros padres nos decían, no me hagas molestar. Era su forma de verlo, no la verdad.
Así que si algo te entristece, da rabia o produce envidia, eso te pertenece. De igual forma, cuando sientes amor, alegría o esperanza. Aunque vengan como resultado de una experiencia, eso que sientes te pertenece.
Te doy un ejemplo: Hace unos días mi sobrina encontró un perrito en la calle, le gustó tanto, que lo quería acariciar. Al rato llegó mi suegra y ella se alejó de la mascota. Aunque era un perrito con dueño, ella decía que el animalito estaba acostado en la acera y olía mal. Esto se llama percepción. Cada persona en base a experiencias previas y sistema de creencias, desarrolla su percepción con respecto a personas y situaciones. En este caso, el mismo perrito producía ternura en una y asco en otra. Esas emociones le pertenecen tanto a mi sobrina como a mi suegra, la mascota es sólo el sujeto que hace que ellas conecten con esas emociones.
Empoderarse es una palabra que uso mucho, en la que creo y por la que trabajo. Cuando te haces dueño de tus emociones y reconoces que son tuyas y no dependen de otras personas, te empoderas. El regalo de este hecho es que tu bienestar se vuelve un asunto absolutamente tuyo. Ya no estás a la espera de que determinada actúe como tú crees que deba hacerlo.

Para manejar tus emociones.
Regresando al ejemplo al principio del artículo, imagina que sientes rabia. Dices así no puedo seguir hablando y te vas a un lugar donde estés contigo, respiras profundo, varias veces. Reconoces lo que está pasando en ti, incluso lo verbalizas diciendo, por ejemplo: tengo mucha rabia, la siento en mi cara.  Deja que la emoción esté en ti, aunque sea incómoda, sin hacer nada más que permitir que ocurra y respirar profundo. Al cabo de unos minutos, esta emoción poco a poco va a reducir su intensidad y luego va a desaparecer.
Otra opción, puede ser respirar profundo mientras tienes consciencia de la rabia que hay en ti. Tomas un cojín, lo pones en tu cara y gritas en esa almohada tan fuerte como puedas. Imaginas que toda la rabia sale de ti con ese grito.
Siempre digo que la maestría en cualquier cosa se logra practicando una y otra vez. Entonces, no te harás maestra(o) de tus emociones de la noche a la mañana, pero si sigues practicando, llegará un momento donde las sientes con menos intensidad, menos frecuencia y aun sintiéndolas no dañarás ni tus relaciones, ni tu cuerpo actuando esos sentimientos.

Nota: Para otros artículos de estos y otros temas de la misma autora, también puedes visitar www.carlaacebeydesanchez.com